El Prof. Dr. Arnaldo Aldama, jefe de la Cátedra y Servicio de Dermatología de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNA – Hospital de Clínicas, recordó que el pelo es una entidad dinámica que tiene tres etapas, siendo una de ellas la de crecimiento, que se llama fase anágena; luego está la catágena que es cuando el pelo deja de crecer; y finalmente está la etapa telógena que es cuando cae. Comentó que el cabello sí o sí se renueva cada dos a tres años, es un ciclo normal.

“Cuando uno padece una enfermedad febril, como con el dengue, el covid-19 y actualmente la chikunguña, la sangre no llega por igual a todos los territorios vitales; por ejemplo la distribución se prioriza para los músculos, el corazón, entre otros y descuida la circulación en estructuras y órganos que no son demasiados vitales como el folículo piloso, que es la apertura en la piel por donde crece el pelo; entonces al haber escasez en la irrigación sanguínea eso implica también la falta de suficientes nutrientes a la raíz del pelo, por lo tanto se corta ese ciclo que habíamos hablado y se produce la caída del cabello”, refirió el profesional.

No obstante, manifestó que se trata de una caída reversible, por lo menos en un orden de más del 90%. Agregó que cuando el cuerpo empieza de nuevo a equilibrarse, a recuperarse, vuelve a enviar sangre a todos los territorios y es ahí donde van a empezar a crecer nuevos pelos, pero lleva un tiempo porque se trata de una estructura que no crece demasiado rápido, recién a los dos o tres meses.

Aparte de la caída del pelo, cuando una persona pasa por una enfermedad febril puede padecer de resequedad del pelo. Explicó que el cuero cabelludo tiene muchas combinaciones de glándulas sebáceas y no son tan esenciales, entonces también disminuyen y puede aparecer la resequedad.

Así también la uña presenta a veces unos surcos, puede volverse quebradiza, que son consecuencias de estas enfermedades como el chikunguña, dengue y zika.

FUENTE: HOY